El futuro no conoce fronteras, y la gastronomía tampoco. Tan solo hay que echar un vistazo al número 149 de Saber y Sabor para ser consciente de que en cocina las barreras geográficas o culturales están hoy más desdibujadas que nunca. Realizando un rápido repaso, en sus páginas desgranamos el menú 2014 del mítico Mugaritz de Andoni Luis Adúriz, plagado de reflexiones gastronómicas de relevancia global; también asistimos al ímpetu creativo de Roberto Cortez, cuya cocina no solo trasciende lo local sino que traspasa ya lo puramente gastronómico para beber de otras fuentes y artes; y ahondamos en la realidad de dos restaurantes como Annua y Manresa, separados por medio mundo pero que comparten el respeto por lo local sin renunciar a un lenguaje plagado de exóticas referencias culinarias.
En definitiva, como constatamos durante el hermanamiento culinario entre Barcelona y Cádiz que supuso Blue Fin Cádiz, es posible acabar con las distancias y levantar puentes gastronómicos de todo tipo. Ya sea entre regiones de España o entre continentes. Y en esa apertura está sin duda una gran parte de las esperanzas futuras de la alta cocina.