Hace solo unos días que tuvimos la suerte de acercarnos al restaurante Quirat, el espacio gastronómico dirigido por Victor Torres (Les Magnòlies) que abrió el Hotel Intercontinental Barcelona al lado de Fira Montjuic hace poco más de un año. Con una madurez inusitada para la juventud del chef y con una destacada elegancia en todas y cada una de las presentaciones, este restaurante se coloca como lugar de visita obligada para reivindicar la gastronomía local al ritmo de los productos de temporada.
Desde los bocados que servían de entrante hasta los tres petis que cerraban la experiencia, el menú centrado en el producto de proximidad que ofrece Quirat brilla por la extrema elegancia de sus presentaciones y por la armonía planteada en sus combinaciones, sin estridencias malsonantes y con un poso que demuestra conocimiento del recetario tradicional al mismo tiempo que habilidad para evolucionar con un estilo propio y moderno.
Armonía sí, pero intensidad y nitidez de sabores también. Así lo notamos en los dos bocados iniciales, con una tartaleta de carabinero y caviar o un buñuelo de maíz relleno de parpatana de atún terminado con un chutney de pimiento. En el menú corto -hay un menú de 7 pases por 70 euros y otro de 12 por 110 euros, maridajes aparte-, esta primavera se rinde pleitesía al guisante lágrima del Maresme. Para disfrutarlo, se esconde bajo su superficie una delicada brandada con tripitas de bacalao y se finaliza con un consomé de jamón ibérico.
Le sigue uno de los platos más jugosos de todo el mení, para mojar el fantástico pan que la casa ofrece de la panadería Solà. Se trata de una salsa “cim i tomba” típica de Tossa de Mar, es decir con el espíritu de un suquet, que sirve para hacer brillar un pescado de lonja servido con su aire de alioli. Del mar a la montaña, el recorrido “salado” lo completa un civet de ciervo que introduce el chocolate y una serie de delicados elementos, en los que no faltan microvegetales de la propia huerta del Hotel.
Los postres son refrescantes y divertidos, tanto el primero a base de citronela, limón y ginebra, con un interesante recuerdo al clásico Gin tonic, como el segundo, más dulzón, en el que la vainilla y la regaliz hacen de acompañantes a una jugosa pera osmotizada. El menú todavía brilla más si os animáis a hacer el maridaje de vinos, la excusa perfecta del local para reivindicar las ricas viñas catalanas, pasando por vinos de Alella, Conca de Barverà o Montsant, entre tantos otros.
Victor Torres y el equipo culinario de Quirat son los encargados de hacer sonar esta sinfonía de platos, combinaciones locales y presentaciones exquisitas. El chef demuestra que ha aprovechado muy bien su formación y experiencias en grandes restaurantes europeos, y que puede desarrollar una personalidad diferente, con sus matices particulares, a la que ya defiende en Arbúcies y que le ha merecido ser el chef más joven en conseguir una estrella Michelin.