Muy pronto las cocinas tendrán un aparato más, un electrodoméstico del futuro capaz de imprimir platos. El prodigio se llama Foodini y se presenta como la primera impresora 3D de alimentos que imprime una amplia gama de ingredientes, tanto salados como dulces, y, ahí está la gran novedad, frescos.
El usuario solo tiene que rellenar unas cápsulas de acero inoxidable (¿cartuchos?) con el ingrediente en cuestión (masas, pastas, purés y otros rellenos, salsas…), seleccionar el tipo de diseño o presentación que desea para su plato y sentarse a ver la tele mientras la máquina obra el milagro. Y nos ponen un ejemplo. Para hacer unos raviolis, el cocinero humano debe amasar y extender la masa en una capa fina, agregar el relleno, añadir la capa superior de masa, y luego cortar a medida, una operación que requiere de cierta precisión y que nos llevará un tiempo. Pues bien, Foodini lo puede hacer por ti. Y mejor, más perfecto, más bonito e infinitamente más sano que los productos precocinados cargados de química que encontramos en los supermercados.
El aparato, de simpático nombre anglo-italiano, cuesta unos 2.000 dólares, y se ha fijado como objetivo instalarse en todas las cocinas, tanto domésticas como profesionales. De momento solo imprime, pero en el futuro también cocinará. No obstante, no debemos preocuparnos. Como dijo el gran Thomas Keller, “una receta no tiene alma, es el cocinero quien debe dársela”.